


Difundimos esto tan humano que nos justifica y nos acompaña desde el inicio de los tiempos, el arte.
Tres son los tipos de soportes arquitectónicos que existen: el pilar, la columna y la pilastra, pero sabríais decir cuáles son sus diferencias?
El más antiguo de ellos es el pilar (por lo general de forma cuadriforme), ya tenemos grandes ejemplos en la prehistoria como es el caso de Stonehenge, en donde ya apreciamos cual es su objeto, el de soportar las cargas del dintel sin deformarse o torcerse, este sistema pilar-dintel también aparecerá en la arquitectura de otras civilizaciones como la egipcia y la griega, y en diferentes etapas de la historia, como el románico o el gótico en donde evolucionarán en formas y en diseños hasta nuestros días.
La columna (de forma circular) también esta asociada a la arquitectura adintelada o arquitrabada, y estas pueden estar exentas o adosadas y además de la función estructural también tienen una función estética muy importante. Están compuestas por: basa, fuste y capitel, este último servirá para que cada civilización las ornamente con formas que se inspiraran de la naturaleza, palmiriformes en Egipto, hojas de acanto en Grecia o toros en Persia, entre otros muchos ejemplos.
La pilastra es un elemento que esta adosado al muro, y aunque en ocasiones pueda utilizarse para una función estructural por lo general suele desempeñar un papel decorativo, y como ocurre con la columna se divide en basa, fuste y capitel.
En la región japonesa de Kinki, cerca de Kioto, nos encontramos con este fantástico templo llamado Rokuon-ji(templo del jardín de los ciervos).
El Templo fue construido en el año 1397 como villa de descanso para shikaga Yoshimitsu, un importante comandante militar superior(«shogun» en lenguaje nipón) y comerciante de arte.
Este edificio consta de tres plantes de estilos diferentes, aunque lo más destacable sin duda, es el pan de oro que recubre prácticamente toda la fachada exterior.
El pabellón ha sufrido varios incendios a lo largo de la historia, por ello en el tejado hay un Ave Fénix haciendo alusión al resurgir de sus cenizas.
Durante más de diez años, el estudio de arquitectura de Gropius construyó junto con su socio Adolf Meyer en Alfeld, un complejo de fábricas para la marca de hormas de zapatos Fagus, que incluía varios edificios, para la fabricación, el almacenaje y la administración. Anteriormente Gropius ya había intentado conseguir de distintas formas una solución menos lóbrega y más artística a los problemas que tenía la arquitectura de las industrias. Algunos ejemplos los podemos ver en los edificios que construyó en Behrens para la compañía AEG entre el 1908 y el 1909 en Berlín. Esta experiencia le sirvió para su materialización en la arquitectura industrial, en que pretendía que las formas técnicas y artísticas se adecuaran mejor a las exigencias industriales que tan oscuras habían sido hasta el momento, aportando siempre funcionalidad a la estética de las nuevas industrias.
La Fábrica se realizó en diferentes fases, el primer sector que es el que se corresponde a la imagen de abajo fue realizada en el primer periodo antes de la I Guerra Mundial entre los años 1911 y 1914.
Los diferentes edificios del gran complejo industrial, se fueron construyendo paulatinamente teniendo en cuenta las diferentes funciones que se llevarían a cabo en cada una de las distintas zonas. El edificio de oficinas destaca por los muros transformados en amplios ventanales de acero, que se convertirá en uno de los primeros ejemplos de muro de cortina que servirá para influenciar a los próximos arquitectos modernos.
Las demás zonas que componen la fábrica, están divididas en dos edificios ( y otros dos pequeños de no tanta importancia), uno de ellos será el de producción y el otro el de almacenamiento de mercancías, ambos adaptados a su función y utilidad. Los almacenes dispondrán de cuatro plantas, mientras que el de la zona de producción estará todo en una misma planta.
Esta fábrica es un ejemplo de construcción industrial que supone un punto de inflexión en la arquitectura moderna, que lo que se busca desde el inicio es alejarse de los convencionalismos tradicionales de la construcción industrial y marcar una nueva tendencia, en que un edificio del sector industria ademas de funcional pueda ser estéticamente bello.
En la Catedral de León encontramos algunas de las vidrieras más fantásticas que tenemos en este país, realizadas en tres etapas diferentes, en periodo gótico, entre los siglos XIII y XV (este primer periodo coincide con el reinado de Alfonso X el Sabio), el segundo periodo es a mitad del siglo XVI en pleno renacimiento, y teminada en el siglo XIX ya en periodo neogótico.
Todas las vidrieras de esta catedral se han realizado aunque sea en diferentes etapas mediante las mismas técnicas medievales. Los materiales básicos de las vidrieras eran el vidrio y el plomo.
El primer paso consiste en que el pintor realizaba un dibujo preparatorio a una escala más pequeña para luego trasladarla a otro material como tela, cartón o papel con las mismas dimensiones que la vidriera a realizar. Estas piezas se cortaban mediante puntas de hierro incandescentes o más adelante (a partir del siglo XV) con punta de diamante.
La pintura en las vidrieras se obtenía mediante el uso de vidrios de colores mezclando sustancias colorantes con pasta vítrea fundida, aunque también se podía hacer con la yuxtaposición de diferentes vidrios.Después se añadía pintura a las vidrieras mediante el método de la «grisalla», añadiendo la coloración (en la superficie) de una manera muy laboriosa para finalmente volver a cocer las piezas a una temperatura algo más baja que la de la fundición para que se adhieran los «pigmentos».
Ya enfriado se pasaría al paso final, se introducían en listeles de plomo soldados entre sí con estaño y ya se insertaban en el bastidor de hierro para colocarse en el vano de la ventana.
En el norte del continente africano, en países como Marruecos, Argelia y Túnez entre otros, realizadas por tribus beréberes, existen un tipo de construcciones a base de adobe y tapial conocidas como Ksars.
El término en árabe magrebí significa «castillo» aunque hace referencia más bien en sentido general a “ciudad fortificada» o «fuerte» ya que dentro de estos recintos existían además de viviendas, lugares comunes como, mezquitas, graneros, baños, hornos, tiendas, etc.
¿Qué es el adobe y el tapial?
El adobe podía asemejarse a un ladrillo crudo, oreado y secado al sol, mezcla de tierra húmeda con paja, hojas de pino o crines que sirven para aligerar la pieza.El tapial es un conglomerado compuesto por tierras arenosas, arcilla y agua, construido sobre un zócalo estable y aislante normalmente de piedra.
¿Si sois aficionados al cine de ciencia ficción, os suenan estas imágenes, de que película son?
Hace ya más de 6000 años que antiguas civilizaciones mesopotámicas utilizaban ya un tipo de cúpula muy sencilla para la construcción de sus humildes cabañas. También en Oriente Próximo, la India y regiones a orillas del mediterráneo. Pero no fue hasta la llegada del imperio romano cuando la cúpula evolucionaría tal y como la conocemos hoy en día, ligada también a la mejora de las cualidades de otro preciado material en la construcción, el hormigón, con el ejemplo que todos conocemos como estandarte de este elemento arquitectónico, «el Panteón de Roma».
Después de los romanos, fueron los bizantinos los encargados de seguir con este elemento arquitectónico que crea grandes espacios amplios y diáfanos como vemos en Santa Sofía.
Durante la Edad Media, se perdió levemente para dar paso a algo que lo substituiría hasta el renacimiento en muchas iglesias y catedrales, el cimborrio.
En el renacimiento se volverá a recuperar la cúpula, de la mano de Brunelleschi veremos la majestuosa cabecera de la catedral de Santa María de Fiori cubiera con una fantástica cúpula.
A lo largo de la historia distintas culturas y civilizaciones harán gran honor a la cúpula, como el del fascinante Taj Mahal, las iglesias ortodoxas rusas con cúpulas bulbosas, o en el siglo XX con el avance de nuevos materiales la cúpula geodésica que construyó Richard Buckminster Fuller en la exposición universal de Montreal en el 1967.
Frank Lloyd Wright es otro de los grandes genios que nos ha dejado la arquitectura a lo largo del siglo XX. Aprendiz en el estudio de Alder and Sulivan desde el 1887, y con tan solo 26 años crea su propio estudio de arquitectura en Chicago, ciudad que después del gran incendio que hubo tilda de desastre y desordenada. Wright siempre vio la arquitectura de una manera distinta, se oponía totalmente a los órdenes y las pautas de lo s convencionalismos que venían de Europa. El veía al edificio vinculado al entorno, sin romper con el emplazamiento y respondiendo a una concepción espacial, nueva y diferente.
En sus primeros proyectos ya rompe con el eclecticismo que hay en la época, en esas primeras construcciones conocidas como “casas de la pradera” ya veremos como plasmará algunos de los principios básicos y característicos de lo que lo acompañaran durante toda su carrera. Son casas unifamiliares bien adaptadas a su entorno, con un espacio interior bien organizado en donde hay un predominio de la línea horizontal que lo sujeta todo a la tierra, la planta es liberada para que de ella surjan grandes espacios abiertos y en los muros habrán grandes ventanales de tirada horizontal.
Después del proceso de las “casas de la pradera” comienza a experimentar en otras técnicas y materiales que nos llevará a un nuevo tipo de construcción de casas, como la “Casa Charles Ennis”. Wright comienza a utilizar un elemento nuevo como son los bloques de hormigón prefabricados además de interesarse en en otros ámbitos técnicos como son la iluminación indirecta, los paneles de calefacción y el aire acondicionado, algo que pondrá en práctica con el edificio de oficinas Larkin Building.
Ya en los años veinte el hormigón armado será un elemento que tendrá un papel fundamental en la obra de Wright, y que lo utilizará para hacer grandes construcciones como elemento principal.
La Casa Charles Ennis construida para un matrimonio familiar y integrada en una colina sur de la ciudad de Los Ángeles ya resalta desde el exterior por los grandes muros macizos de hormigón que sostienen el edificio, sin duda lo que más destaca, modelados y perforados de acuerdo a las formas geométricas que les dan personalidad y forma, tanto en el exterior como en el interior (en estos bloques sirvió como patrón para los moldes una llave griega, donde podemos apreciar una similitud a la letra “g”).
En el interior hay una disposición en planta lineal, algo poco utilizado por el arquitecto ya que siempre solía hacer las plantas en forma cruciforme, en este caso lo proyecta de esta manera para que tuviese una mayor integridad en el terreno, algo que entra dentro de su concepto de arquitectura funcional y orgánica donde busca que la vivienda conecte con el entorno natural.