Homenaje de Mario Botta a Francesco Borromini.

En el aniversario de los 400 años del nacimiento del arquitecto suizo Francesco Borromini, se hizo en su honor y a una de sus construcciones más famosas, en el lago Lugano de Suiza en el año 1999 una reproducción de la iglesia de San Carlo alle Quaattro Fontane de Roma.

Homenaje de Francesco Borromini a Mario Botta.
Homenaje de Francesco Borromini a Mario Botta.

Fue encargada al arquitecto Mario Botta en colaboración con la «Università della Svizzera Italiana» y fue una replica exacta de la iglesia, eso sí realizada con más de 35.000 tableros de madera moldeados para que encajen en esta gran «escultura efímera» de 33 metros de altura y 90 toneladas de peso que por desgracia se desmanteló en el 2003.

Homenaje de Francesco Borromini a Mario Botta.
Homenaje de Francesco Borromini a Mario Botta.

Ruinas arqueológicas del imperio romano en la ciudad de Baia.

Bajo las aguas del mediterráneo, muy cerca de Pompeya y Herculano encontramos las ruinas arqueológicas de lo que fue en la edad de oro del imperio romano la ciudad de Baia.

Escultura romana.
Escultura romana.

Esta ciudad era el lugar donde la aristocracia y los emperadores se construyeron mansiones y villas con un lujo tan grande en los materiales que casi rivalizaba con la misma Roma, con magníficos mosaicos, pinturas, esculturas de mármol, etc.

Escultura romana.
Escultura romana.

En las imágenes vemos esculturas de ninfas, que en muchas ocasiones servían como suministro de aguas naturales. Este «Ninfeo» en concreto perteneoció al emperador Claudio en su «spa» personal en el que la temperatura del agua era un lujo gracias a la cercanía con el monte Vesubio y su actividad volcánica, que igual que dio estos pequeños lujos, más adelante los arrebató, no con sus cenizas pero si por el «bradisismo» que poco a poco sumergió la tierra por debajo del nivel mar.

Lugar del hallazgo.

Solvognen

Cuando un campesino encontró en el 1902 el «Solvognen» en una marisma en Trundholm (Dinamarca) y se lo dio a su hijo pensando que no era más que un viejo juguete, no sabía que había descubierto una de las mejores piezas de arte orfebre de la edad de bronce.

Solvognen
Solvognen

El Carro de Trundholm realizado en bronce presenta un carro de seis ruedas tirado por una yegua que porta un disco que parece representar el sol, con una fina lamina de oro con decoración repujada de círculos, espirales y zigzags. Es un objeto que se vincula a la mitología nórdica.

Lugar del hallazgo.

 

Sverd i Fjell, las espadas de la montaña.

En el año 1983 el Rey Olaf V de Noruega inauguró estas tres esculturas imponentes de tres espadas vikingas realizadas por el escultor Friz Røed junto al fiordo de Hafrsfjord y a las afueras de la ciudad noruega de Stavanger.

El motivo de esta escultura nace para conmemorar la batalla que unió al pueblo vikingo en el año 872, tras una de las batallas más importantes, la batalla  de Hafrsfjord, en la que el Rey Harald Hårfagre consiguió que toda Noruega estuviese bajo un mismo reino.

Esta batalla fue la que al fin hizo alcanzar la paz a unos pueblos vikingos que estaban en constante conflicto de poder, en ella se enfrentaron el Rey Harald con otros clanes que ni siquiera uniéndose pudieron derrotarlo, estos eran los reyes Sulke de Rogeland, Eirik de Hordaland y Kjotve el Rico junto con algunos de menos importancia. Desde el norte de Jadar todos partieron hacia el lugar que da nombre a la batalla, fue una batalla muy cruda y sangrienta en donde varios bandos sufrieron grandes pérdidas, pero que salió un claro vencedor, el Rey Harald.

Sverd I Fjell, las espadas de la montaña.

Las tres espadas simbolizan la paz, la unidad y la libertad del pueblo vikingo, simbolizando también que están incrustadas en la roca para que jamás se vuelvan a utilizar y no se rompa la paz.

Están inspiradas en diferentes espadas que se han encontrado a lo largo de la historia en Noruega de sus antepasados tan bélicos y guerreros, los vikingos.

Sverd I Fjell, las espadas de la montaña.
Sverd I Fjell, las espadas de la montaña.

Miden más de diez metros de altura y están realizadas en bronce, la diferencia entre ellas es que la más grande y más ornamentada representa la victoria del Rey Harald, mientras que las otras dos representan a los reyes vencidos.

Sverd I Fjell, las espadas de la montaña
Sverd I Fjell, las espadas de la montaña

 

Sarcófagos fenicios de «Gadir».

Hoy viajamos al Museo Arqueológico de Cádiz para conocer dos piezas pertenecientes a una de las civilizaciones antiguas más importantes y misteriosas. No poseían un gran imperio terrenal pero que sí podían considerarse como los dueños y los dominantes del Mar Mediterráneo.
El 30 de Mayo durante las obras para levantar el pabellón de la Exposición Marítima Nacional en Cádiz, se encontró un sarcófago fenicio antropoide masculino, perteneciente a los antiguos pobladores de la ciudad de «Gadir» (Cádiz), datado 400 años a.C. en periodo púnico.

Sarcófago fenicio encontrado el 30 de Mayo del año 1887.
Sarcófago fenicio encontrado el 30 de Mayo del año 1887.

En su interior acoge restos de un fenicio de clase social alta, y en la parte exterior en alto relieve vemos un personaje masculino maduro, con cabello y barba, que sostiene en su mano izquierda una granada y en la derecha una corona de flores.

Sarcófagos antropomorfos de hombre y mujer en el museo de Cádiz.
Sarcófagos antropomorfos de hombre y mujer en el museo de Cádiz.

Al lado vemos la conocida como «Dama de Cádiz» que apareció casi un siglo más tarde, pero esta datada en 470 años a.C. En este sarcófago vemos esculpidos los rasgos de una mujer esta vez joven, peinada con filas de bucles en forma de bolas y con un rostro sereno, un vestido liso y sin complementos a diferencia del sarcófago masculino, algo que hace pensar que la decoración que podía tener este sarcófago sería más bien mediante el uso de pintura.

Sarcófagos antropomorfos de hombre y mujer en el museo de Cádiz.
Sarcófagos antropomorfos de hombre y mujer en el museo de Cádiz.

Los fenicios comenzaron a enterrarse en sarcófagos a principios del II milenio a.C. en la ciudad de Biblos (Líbano), y como vemos en estos ejemplos y en sus esculturas, era una civilización claramente influenciada y que se nutría de otras grandes culturas como la Griega o la Egipcia entre otras.

Los colosos de Memnón.

Los colosos de Memnón son lo poco que queda en pie del que fue el mayor templo del millón de años construido en Egipto, el de Amenhotep III (mucho mayor que Karnak y Luxor), que por desgracia 1200 a.C. un terremoto destruyó y posteriormente como siempre ha pasado en Egipto, otros faraones utilizaron sus restos para la construcción de sus templos.

Estas dos estatuas gemelas de más de 11 metros de altura situadas en la ribera occidental del Nilo representan al faraón Amenhotep III. Los vemos a ambos con el atributo característico de la realeza egipcia, el temes. Y orientados al este como la mayoría de los templos egipcios contemplando la salida del sol.

Coloso de Memnón mirando al este.
Coloso de Memnón mirando al este.

En la parte inferior igual que vemos en la entrada del templo de Ramses II están esculpidas también su madre Matemuia y su esposa Tiye además de también en menor tamaño sus hijas.

Madre y esposa del faraón.
Madre y esposa del faraón.

Registrado por los historiadores Estrabón y Pausanias, relataban que después de otro terremoto que hubo en el 27 a.C. la estatua más al norte producía unos sonidos por las grietas que tenían cierto símil al «canto de sirenas», algo que se expandió por todo el Mediterráneo y emperadores y grandes mandatarios quisieron acudir para oírlo por si mismos.                          

Jeroglíficos en el lateral de uno de los Colosos de Memnón.
Jeroglíficos en el lateral de uno de los Colosos de Memnón.

La mirada del otro, escenarios para la diferencia.

Este mes de Junio se ha presentado en el Museo del Prado de Madrid, una exposición inscrita dentro del marco de actividades con motivo de la celebración del World Pride de Madrid 2017.

La exposición recorre una colección de obras permanentes ya expuestas en su mayoría en el museo, a través de una selección de 30 obras formadas por pinturas, esculturas y dibujos pertenecientes a algunos de los mayores genios y artistas de la historia como Ribera, Rubens, Caravaggio, Botticelli o Goya entre muchos otros. El relato expositivo nos hace un recorrido a lo largo de la historia en cuatro partes en la que tratan sobre el «concepto del amor» entre iguales, en como se ha vivido desde la época clásica hasta día de hoy, pasando por la aceptación, el rechazo y la persecución y la intolerancia que ha sufrido a lo largo de la historia.

Distribución de la exposición:

1. Amistades inmortales.

Como bienvenida a la exposición, el Museo del Prado nos traslada al periodo Clásico de Grecia y Roma previa al cristianismo en donde había tolerancia y aceptación, y se vivía con naturalidad las relaciones entre iguales.

Antinoo 131 - 132. Mármol blanco de Carrara, 97 x 70 cm.
Antinoo, 131 – 132.  Mármol blanco de Carrara.

Una de las leyendas es que Antinoo era un joven que salvó al emperador Adriano, y este le rindió culto por la admiración y la supuesta relación que tuvieron, construyó multitud de templos y esculturas en su honor.

2. Perseguir los deseos.

Una época y periodo cruel de la historia, culpa de los prejuicios religiosos y los tribunales civiles en que los hombres y mujeres que tenían relaciones con personas del mismo sexo eran acusados, humillados y muchas veces sacrificados. Fue un periodo en el que se persiguió a artistas y obras en donde las relaciones entre iguales estaban penalizadas y castigadas.

Escenas de La historia de Nastagio degli Onesti 1483. Técnica mixta sobre tabla, 83 x 138 cm.

3. El cuerpo y su imagen.

Siguiendo con el mismo periodo de intolerancia, comenzaron a aparecer otras formas y transformaciones en la sociedad en donde mediante personajes disfrazados se comienza a ver a individuos travestidos o de transgénero con ropa de mujer, aunque fuese más bien como significado de mofa o burla.

 

Hermafrodito Matteo Bonuccelli Bronce, alto: 61 cm.; ancho: 160 cm.; fondo: 60 cm 1652
Hermafrodito,1652, Matteo Bonuccelli, escultura de bronce.

4. Amar como los dioses.

Ya casi a finales de la exposición podemos apreciar como con el tiempo todas esas obras que fueron perseguidas a partir del cristianismo y de la Edad Media, comenzaron no a ser toleradas sino más bien aceptadas en las élites más cultas en donde el prejuicio de la iglesia y de las persecuciones civiles ya no tenia cabida. Se aceptó este tipo de iconografía, pero más bien como algo del pasado, como de cuentos, dioses y mitología que seguían sin ser bien vistas como practica en la sociedad de la época.

El rapto de Ganímedes 1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 181 x 87,3 cm.
El rapto de Ganímedes, 1636 – 1638. Óleo sobre lienzo.

Otras miradas

Como si ya la exposición no pudiese ser más completa y con todas estas grandes obras de artes, se le añaden dos obras excepcionales y poco conocidas como son «El maricón de la Tía Gila de Goya», y el Cid de Rosa Bonheur, que se despiden de una de las grandes exposiciones que podremos visitar en este país hasta el 10 de Septiembre de este mismo año.

 


VIDEO DE PRESENTACIÓN DE LA EXPOSICIÓN

Psamético I (660-610 a.C.), una estatua colosal encontrada de 3000 años de antigüedad.

En las cercanías del templo de Ramsés II un equipo de arqueólogos encontró este año 2017 una colosal estatua que pertenció al faraón Psamético I, que gobernó 600 años más tarde del que se pensaba que era primeramente la escultura, Ramsés II.

Psamético I cubierto de barro y agua.
Psamético I cubierto de barro y agua.
Coloso dentro del agua.
Coloso dentro del agua.

La estatua se encontró en un barrio pobre de El Cairo, mide ocho metros de altura y tiene tres mil años de antigüedad, es sin duda uno de los hallazgos arqueólogicos más importantes de Egipto de los últimos años.

Trabajos de extracción del coloso de Psamético I.
Trabajos de extracción del coloso de Psamético I.

Los expertos revelaron al estudiar a fondo la pieza, que algunos detalles como la forma de la corona y los rasgos faciales pertenecían a las características utilizadas en otros períodos del Antiguo Egipto, además de encontrar otras reliquias con inscripciones que ayudaron a confirmar que la estatua pertenecía al periodo de Psamético I.

Estela que ayudó a datar el período del gran hallazgo.
Estela que ayudó a datar el período del gran hallazgo.

El faraón Psamético I pertenece a la XXVI dinastía y llegó al poder a comienzos del denominado «imperio tardío», un periodo en que Egipto batallaba con los asirios por la independencia de su reinado, algo que tras varias campañas bélicas logró en sus más de cincuenta años de reinado, eliminando los últimos vesitigios de la dinastía Nubia y teniendo unas frutíferas relaciones con los griegos.

Este coloso, un gran hallazgo de la siempre venereda cultura del Antiguo Egipto será una de las grandes piezas expuestas en el «Gran Museo Egipcio» que se espera que habrá sus puertas en el año 2018, que aunque lleva 15 años de retrasos culpa de revueltas, robos y crisis económica, habrán mas de cinco mil piezas expuestas, algunas nunca enseñadas al público con piezas nuevas y algunas tan importantes como las pertenecientes a uno de los faraones más famosos encontradas por el egiptólogo Howard Carter en el 1922 en la tumba de Tutankamón.

Gran Museo Egipcio.
Imágenes en 3D del proyecto del «Gran Museo Egipcio».
Imágenes en 3D del proyecto del "Gran Museo Egipcio".
Imágenes en 3D del proyecto del «Gran Museo Egipcio».

Reaparece un Buda de 600 años de antigüedad.

Mientras se realizaban trabajos de renovación en una puerta de energía hidroeléctrica en un embalse en la provincia de Jiangxi en el este de China, en la intersección entre dos ríos, ha reaparecido una estatua de Buda datada de 600 años de antigüedad de 3,8 metros de altura junto la base de un pasillo de un templo, posibles ruinas de una antigua ciudad llamada Xiaoshi.

Reaparece un Buda de 600 años de antigüedad.
Reaparece un Buda de 600 años de antigüedad.

En una entrevista realizada para la cadena de televisión CNN, el director del Instituto de Investigación Arqueológica de la provincia, Xu Changqing, ha asegurado que el emplazamiento del Buda durante estos 600 años y que estuviese cubierto por agua ha ayudado a que la escultura perdurara en el tiempo, conservada y protegida por el agua, no solo por su el deterioro que podría haber sufrido por estar a la intemperie, sino por la revolución cultural que hubo en el país entre los años 1966 y 1976 en la que por orden institucional había que deshacerse de todo lo viejo y «religioso».

Reaparece un Buda de 600 años de antigüedad.
Reaparece un Buda de 600 años de antigüedad.

La estatua que era dorada cuando se realizó, se construyó como motivo de protección para proteger a los barcos que naufragaban con cierta frecuencia en este punto, por las corrientes que habían ya que es un lugar de cruce de ríos.

Alguno de los ancianos del lugar hablan de que habían visto el Buda por primera vez en el año 1952, pero quedó sumergida en el año 1958 cuando empezó a construirse el embalse de Hongmen, y algo que parece que volverá a ocurrir ahora en primavera cuando los niveles del agua vuelvan a subir.

Apolo de Veyes, escultura etrusca.

La civilización etrusca es una cultura que lamentablemente nos ha dejado pocos elementos para analizar que nos dejen apreciar su magnificencia cultural, aunque con lo poco que tenemos llegamos a la conclusión que fue un pueblo brillante que sirvió de influencia a posteriores civilizaciones como la romana.

Los expertos datan el nacimiento del pueblo etrusco en la Edad de Hierro en el norte de Italia, con raíces en la cultura villanobiana, por los restos arqueológicos encontrados a mediados del siglo XIX en «Villanova di Castenaso» a poco más de diez kilómetros de Bolonia. También el célebre romano Dionisio de Halicarnaso afirmaba que la cultura etrusca era una clara evolución de la villanobiana.

Las primeras piezas escultóricas que encontramos son las de tipo ceremonial y religioso, que son urnas cinerarias en forma de cabaña, que era en donde se guardaban las cenizas tras la incineración del difunto y estaban reproducidas fielmente a como era la «domus» del fallecido, algo que nos habla también de la importancia del hábitat doméstico para los etruscos.

Hasta la fecha solo se conoce a un gran escultor etrusco, Vulca de Veyes, al que se le considera el autor de otras obras tan importantes como el Zeus que se hallaba en el templo de Júpiter o la Loba Capitulina.

El Apolo de Veyes es una escultura exenta, que se data entre los años 550 y 520 a.C. la etapa conocida como el etrusco tardío y fue descubierta en el año 1916, y formaba parte del Templo de Portonaccio.

La escultura la encontramos en el Museo de Villa Giulia, Roma.

En esta espectacular escultura de terracota vemos influencias orientales y de la Grecia Arcaica, en su rostro podemos apreciar los mismos rasgos que tenían esculturas como «El Moscóforo» o «El Jinete Rampin», ojos almendrados, nariz recta y la indudable sonrisa arcaica que tanto caracterizaba a la esculturas de este periodo griego, además de un naturalismo y movimiento de la figura que ya no era tan característico de la etapa arcaica griega.

El Apolo de Veyes se cree que formaba parte de un grupo escultórico de diferentes esculturas en donde se narraban los doce trabajos del semidiós de la mitología griega Heracles, hijo del dios de dioses Zeus y la reina humana Alcmena. Esta reproducción representaba el tercer trabajo del héroe en el que tenía que capturar a la cierva Cerinea con cornamenta de oro para que llevara el carro de Artemisa, y vemos a Apolo en supuesto movimiento acercándose a Hércules para ayudarle en su captura.

La cultura etrusca sin duda es otra etapa fascinante que se vivió como muchas otras a las orillas del mediterráneo, se nutrió de pueblos vecinos y sirvió de referencia a algunas de las civilizaciones más importantes, dándoles una asombrosa lección en decoración, técnica y creatividad.