Pirámides Mayas, Estructuras I y II de Calakmul.

En un recóndito rincón de la América central, protegido por la Unesco desde el año 2002 por su biosfera natural de más de 723.000 hectáreas, siendo el segundo pulmón de América conocida como la reserva tropical más grande de México, con más de 86 especies catalogadas y una gran biodiversidad de vegetación. El día 29 de diciembre del 1931 el botánico y algólogo estadounidense Cyrus Longworth Lundell se encontraba en este lugar de la selva de Campeche, trabajando para la compañía de explotación del país dedicada a la extracción del chicle Manilkara (chicle de mascar que se extrae del árbol tropical simpreverde), cuando se topó con las ruinas de una ciudad Maya perdida en el tiempo, que durante un largo periodo fue una de las más grandes e importantes de esta civilización tan asombrosa.

Calakmul camuflada en la selva de Campeche, con la Estructura número II, estandarte de lo que fue en su momento una gran civilización.

Lundell esbozó un mapa del lugar exacto para informar un año más tarde al arqueólogo Sylvanus Morley del descubrimiento, y este solicitó permiso al Departamento de Monumentos Prehispánicos para llevar a cabo su investigación arqueológica.

En la primera gran expedición el arqueólogo encontró ya 103 de las 120 monumentales estelas que habían realizado los mayas entre el 435 y el 850, realizadas en piedra caliza que hacían referencia a los gobernantes y a la historia de esta ciudad que poco a poco irían descubriendo entre los años 1932 y 1938, pero que por el aislamiento y la dificultad del lugar durante varias décadas se abandonó hasta el año 1982, que fue cuando se llevaron a cabo las grandes excavaciones a cargo de William Folan, del Centro de Investigaciones Históricas y Sociales de la Universidad Autónoma de Campeche y del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Imagen de la majestuosa pirámide maya, Estructura II.

En el 1932 Longworth bautizó a la ciudad con el nombre de Calakmul que quiere decir dos montículos juntos (Ca: 2, lak: juntos, mul: montículos), aunque anteriormente era llamada Ostetun (que en lengua maya quiere decir dos montículos adyacentes), haciendo referencia a las dos grandes estructuras piramidales que sobresalen en la espesa selva.

Pirámides de Calakmul, Estructuras II y I.

Se han hallado más de seis mil construcciones en la ciudad, aunque sus edificios más emblemáticos son las dos grandes pirámides que vemos en las imágenes  y que están rodeadas de estelas en dólmenes que constituyen la mayor «biblioteca maya» que ha quedado hasta nuestros días y narran la historia de esta maravillosa ciudad que estuvo habitada entre el 400 y el 900 viviendo su máximo esplendor desde el 600 hasta el 900.

En la parte inferior de la imagen vemos diferentes estelas, de las que hablábamos previamente.

La ciudad de Calakmul igual que ocurre en la mayoría de ciudades precolombinas de otras civilizaciones antiguas esta íntimamente ligada a una visión religiosa y política influenciada por sus conocimientos astronómicos y de interacción con la naturaleza que les rodea.

Las estructuras I y II están realizadas igual que pasaba en otras civilizaciones orientales, en torno a lo sagrado que representa la montaña como santuario.  La altura tenía el significado para que el gobernante o «Ahaw» se comunicara con los seres superiores representando la unión entre las deidades y el linaje que gobernaba en ese momento, mientras que los túneles representaban el descenso a «Xibalba» conectando también con el más allá, sirviendo también como complejo funerario en donde fue sepultado «Garra de Fuego» (Yuknoom Yich’Aak K’ak’, un gran soberano de este periodo de esplendor maya).

Esta zona geográfica estuvo muy disputada entre dos reinos mayas, el Tikal y el Calakmul, que durante medio siglo estuvieron en conflicto hasta que el rey de Tikal Jasaw Chan K’awaill logró derrotar en el 695 a Calakmul momento en el que se pararon las construcciones en la ciudad y comenzó la decadencia hasta que en el siglo X la ciudad comenzó a ser abandonada para no volver a ser descubierta hasta el siglo XX.

Johnson Wax Building, Frank Lloyd Wright.

A principios del siglo pasado, en los años 30 el joven Herbert Johnson encargará un nuevo proyecto arquitectónico en la localidad de Racine a las orillas del lago Michigan en Wisconsin, con el objetivo de hacer un cambio a su empresa de productos de limpieza a una imagen de icono de modernidad y innovación. Para esto se dirigió a un veterano ya con más de setenta años llamado Frank Lloyd Wright, en una etapa en la que el arquitecto se dedicaba a la enseñanza de la arquitectura a unos pocos alumnos aventajados.

El nuevo proyecto que realizaría Wright tendría unas ideas innovadoras en el exterior y el interior del edificio con una concepción monumental y funcional para los usuarios y trabajadores de Johnson, aplicando su idea de arquitectura organicista.

Plano en sección del edificio Johnson.

Wright planea hacer un edificio opuesto al clasicismo, que era el estilo arquitectónico predominante que había en Estados Unidos en ese momento.

Vista exterior del edificio Johnson.

Organiza la disposición del edificio en dos volúmenes articulados, uno será la torre de la fachada de cristal, inspirada en los santuarios de los monasterios religiosos que se realizará diez años más tarde y albergará los laboratorios de la sede.

La otra parte del edificio será una gran sala hipóstila con de más de seis metros de altura donde se ubicarán las oficinas y los servicios administrativos con capacidad de más de doscientas personas  y construida sobre columnas de hormigón armado con influencias orgánicas que nos recuerdan a hongos o nenúfares.

Interior del edificio con el busto en honor al arquitecto.

Sirvió como inspiración para renovar la tendencia en la arquitectura norteamericana, el arquitecto innovo en técnicas de iluminación y ventilación con espacios diáfanos y abiertos.

El edificio causo gran sensación y recibió muchas publicaciones positivas en los medios de arquitectura, igual que exposiciones en alguno de los museos con más repercusión de Estados Unidos.

 

Sant Pere de Rodes

El monasterio de Sant Pere de Rodes es otra maravilla que situamos dentro de las construcciones del románico del Pirineo catalán.

Es otro edificio rodeado de leyendas que nos hablan que fue alzado sobre un templo pagano dedicado a Afrodita Pyrene, o de un grupo de cristianos que naufragaron cuando venían de Roma y portaban reliquias de San Pedro y otros santos, que ordenó alejar el Papa de Roma por el peligro que sufrió la ciudad en ese periodo.

Las primeras notas que narran la construcción del monasterio nos trasladan al finales del siglo VIII, pero no será hasta mediados del siglo X que alcance la categoría de abadía. En los siglos XI y XII hay un periodo de esplendor gracias a numerosas donaciones y privilegios, en la que se llevaron a cabo diferentes obras de reforma, se levantó la galilea (pórticos/atrios), nuevas portadas, y el campanario en el siglo XII.

El monasterio absorbe una variedad arquitectónica del momento en el que se construyó, con una pequeña estructura romana, influencias carolingias y prerrománicas, una iglesia tardorrománica de capiteles corintios y un campanario de influencias lombardas.

Por desgracia a partir del siglo XIV entró en decadencia por culpa la falta de donaciones, la peste negra, piratas y bandoleros y los saqueos que sufrían constantemente de las tropas francesas, que en el 1693 robaron la Biblia de Rodes, entre otros muchos tesoros.