Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright.

Frank Lloyd Wright es otro de los grandes genios que nos ha dejado la arquitectura a lo largo del siglo XX. Aprendiz en el estudio de Alder and Sulivan desde el 1887, y con tan solo 26 años crea su propio estudio de arquitectura en Chicago, ciudad que después del gran incendio que hubo tilda de desastre y desordenada. Wright siempre vio la arquitectura de una manera distinta, se oponía totalmente a los órdenes y las pautas de lo s convencionalismos que venían de Europa. El veía al edificio vinculado al entorno, sin romper con el emplazamiento y respondiendo a una concepción espacial, nueva y diferente.

En sus primeros proyectos ya rompe con el eclecticismo que hay en la época, en esas primeras construcciones conocidas como “casas de la pradera” ya veremos como plasmará algunos de los principios básicos y característicos de lo que lo acompañaran durante toda su carrera. Son casas unifamiliares bien adaptadas a su entorno, con un espacio interior bien organizado en donde hay un predominio de la línea horizontal que lo sujeta todo a la tierra, la planta es liberada para que de ella surjan grandes espacios abiertos y en los muros habrán grandes ventanales de tirada horizontal.

Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright.
Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright.

Después del proceso de las “casas de la pradera” comienza a experimentar en otras técnicas y materiales que nos llevará a un nuevo tipo de construcción de casas, como la “Casa Charles Ennis”. Wright comienza a utilizar un elemento nuevo como son los bloques de hormigón prefabricados además de interesarse en en otros ámbitos técnicos como son la iluminación indirecta, los paneles de calefacción y el aire acondicionado, algo que pondrá en práctica con el edificio de oficinas Larkin Building.

Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright, vista hacia el exterior.
Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright, vista hacia el exterior.

Ya en los años veinte el hormigón armado será un elemento que tendrá un papel fundamental en la obra de Wright, y que lo utilizará para hacer grandes construcciones como elemento principal.

La Casa Charles Ennis construida para un matrimonio familiar y integrada en una colina sur de la ciudad de Los Ángeles ya resalta desde el exterior por los grandes muros macizos de hormigón que sostienen el edificio, sin duda lo que más destaca, modelados y perforados de acuerdo a las formas geométricas que les dan personalidad y forma, tanto en el exterior como en el interior (en estos bloques sirvió como patrón para los moldes una llave griega, donde podemos apreciar una similitud a la letra “g”).

En el interior hay una disposición en planta lineal, algo poco utilizado por el arquitecto ya que siempre solía hacer las plantas en forma cruciforme, en este caso lo proyecta de esta manera para que tuviese una mayor integridad en el terreno, algo que entra dentro de su concepto de arquitectura funcional y orgánica donde busca que la vivienda conecte con el entorno natural.

Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright, vista interior.
Casa Charles Ennis, Frank Lloyd Wright, vista interior.

 

Johnson Wax Building, Frank Lloyd Wright.

A principios del siglo pasado, en los años 30 el joven Herbert Johnson encargará un nuevo proyecto arquitectónico en la localidad de Racine a las orillas del lago Michigan en Wisconsin, con el objetivo de hacer un cambio a su empresa de productos de limpieza a una imagen de icono de modernidad y innovación. Para esto se dirigió a un veterano ya con más de setenta años llamado Frank Lloyd Wright, en una etapa en la que el arquitecto se dedicaba a la enseñanza de la arquitectura a unos pocos alumnos aventajados.

El nuevo proyecto que realizaría Wright tendría unas ideas innovadoras en el exterior y el interior del edificio con una concepción monumental y funcional para los usuarios y trabajadores de Johnson, aplicando su idea de arquitectura organicista.

Plano en sección del edificio Johnson.

Wright planea hacer un edificio opuesto al clasicismo, que era el estilo arquitectónico predominante que había en Estados Unidos en ese momento.

Vista exterior del edificio Johnson.

Organiza la disposición del edificio en dos volúmenes articulados, uno será la torre de la fachada de cristal, inspirada en los santuarios de los monasterios religiosos que se realizará diez años más tarde y albergará los laboratorios de la sede.

La otra parte del edificio será una gran sala hipóstila con de más de seis metros de altura donde se ubicarán las oficinas y los servicios administrativos con capacidad de más de doscientas personas  y construida sobre columnas de hormigón armado con influencias orgánicas que nos recuerdan a hongos o nenúfares.

Interior del edificio con el busto en honor al arquitecto.

Sirvió como inspiración para renovar la tendencia en la arquitectura norteamericana, el arquitecto innovo en técnicas de iluminación y ventilación con espacios diáfanos y abiertos.

El edificio causo gran sensación y recibió muchas publicaciones positivas en los medios de arquitectura, igual que exposiciones en alguno de los museos con más repercusión de Estados Unidos.