Bajo las aguas del mediterráneo, muy cerca de Pompeya y Herculano encontramos las ruinas arqueológicas de lo que fue en la edad de oro del imperio romano la ciudad de Baia.
Esta ciudad era el lugar donde la aristocracia y los emperadores se construyeron mansiones y villas con un lujo tan grande en los materiales que casi rivalizaba con la misma Roma, con magníficos mosaicos, pinturas, esculturas de mármol, etc.
En las imágenes vemos esculturas de ninfas, que en muchas ocasiones servían como suministro de aguas naturales. Este «Ninfeo» en concreto perteneoció al emperador Claudio en su «spa» personal en el que la temperatura del agua era un lujo gracias a la cercanía con el monte Vesubio y su actividad volcánica, que igual que dio estos pequeños lujos, más adelante los arrebató, no con sus cenizas pero si por el «bradisismo» que poco a poco sumergió la tierra por debajo del nivel mar.
Lugar del hallazgo.